En la haltero lia hay dos modalidades: arrancada y envión. La primera es de subida directa, y la segunda a dos tiempos, con una pausa de las pesas a la altura de los hombros. En ambas, el atleta debe colocarse en posición de sentadilla para iniciar los movimientos.
Solo hay que ver la obsesión actual femenina con las sentadillas para entender por qué una jovencita dominicana de 15 años, con 5’3 de altura, piernas delgadas y músculos poco desarrollados, se inclinó por este deporte como hobby. El solo hecho de repetir diariamente ese movimiento con una carga de pesas tornea, levanta y endurece los muslos, las pantorrillas y las nalgas, creando una proporción agradable con la cintura. Como si fuera poco, también brinda de nición en los brazos.
Yudelkis Contreras apenas quería tener un “cuerpo caribeño” y entretenerse en algo después de la escuela.
Sin embargo, la vida tiene forma de hacer buenos chistes: lo que para esa joven delgadita era en 2001 apenas una preocupación estética llegó a convertirse en una carrera que la llevaría a disfrutar del oro panamericano, y hasta rasar el cielo de las Olimpíadas.
La gran plusmarquista de la historia de la haltero lia en República Dominicana no comenzó directamente en ese deporte. Como muchos jóvenes de su natal San Pedro de Macorís, de adolescente comenzó a practicar atletismo en el complejo deportivo de la ciudad, hasta que un par de ojos sabios reconocieron su potencial para la disciplina: era ágil y tenía la capacidad de seguir instrucciones, algo esencial en su futuro deporte —en el levantamiento de pesas no es tanto la fuerza bruta lo que ayuda a hacer buenos levantamientos, sino la combinación de digerir con inteligencia las instrucciones y saber escuchar al propio cuerpo—. Fausto Gómez, el entrenador de pesas, intentó convencerla en varias ocasiones de unírseles, sin suerte alguna, claro, hasta que Yudelkis vio los amazónicos cuerpos de quienes serían sus futuras compañeras.
El ojo de Gómez no se equivocó. Con apenas 15 años, la jovencita al ver que tenía dotes para el levantamiento, demostró un deseo extremo por destacarse al más alto nivel.
En 2003, con 117 libras en un cuerpo musculoso, tuvo la oportunidad de comenzar ese camino: ya como miembro de la selección nacional pudo representar al país en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo en la categoría de 53 kilogramos. Llevaba encima dos años de trabajo dedicado, con entrenamientos de seis horas diarias bajo la tutela del hoy presidente de la Federación Dominicana de Levantamiento de Pesas, William Ozuna. “Cuando ella se concentra, se olvida de todo”, explica Ozuna sobre su pupila. “Es sumamente responsable y no hay que decirle dos veces las cosas. Es inteligente. Cuando un movimiento no está cayendo bien, apenas se le indica ella comienza a hacerlo correctamente. Y es humilde. El atleta que no es humilde difícilmente llega, y si llega, a la corta o a la larga la arrogancia lo hace caer”.
Esa combinación de factores dio frutos: la gran sorpresa de las pesas femeninas se alzó con la medalla de plata, gracias a 80 kilogramos en arranque y 102 en envión.
Y siguió adelante: conquistó dos medallas de oro y una de plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2006 en Cartagena de Indias. A eso se le sumó el oro panamericano de 2007 en Río de Janeiro, donde tuvo el honor de des lar como abanderada del país. Ahí estableció tres marcas panamericanas, levantando 95 kilogramos en la modalidad de arranque y 112 kilogramos en el envión, para un total de 207 kilogramos.
En ese momento Contreras sintió que todos los sacri cios, las ausencias de las reuniones familiares, el posponer las salidas con sus amigos y la estricta dieta que la dejaba sin poder comer su tan querido chocolate eran esfuerzos que habían valido la pena. Pero le faltaba una gran prueba para comprobarlo: Pekín 2008.
Yudelkis se sentía preparada para competir a nivel global: sus éxitos hasta entonces le habían permitido recibir patrocinios públicos y privados para poder costear entrenamientos en Hungría.
En Pekín, horas antes de su competencia en las tablas, recibió una 172 inusual llamada para hacer una prueba de dopaje —la solicitud no se apegaba a lo típico, ya que generalmente los atletas son sometidos a este tipo de escrutinio obligatorio tras su participación—. Eso la llevó a alterar su preparación para la competencia. “Acababa de bañarme e iba a hacer mi rutina del día, pero en vez de eso tuve que beberme cuatro botellas de agua para poder orinar”, explica.
Como resultado, su peso subió y quedó un kilo por encima de lo que debía registrar para poder optar por la competencia. Para bajarlo, recurrió al sauna por una hora y media, algo que resultó contraproducente para su desempeño: aunque logró bajar el peso, el calor forzado la debilitó y sus piernas no respondieron como ella esperaba. A pesar de sus esfuerzos, terminó en quinto lugar de su categoría.
Ocho meses después, Yudelkis siguió sintiendo las repercusiones de esa prueba antidoping. Recibió una llamada que pesó más que cualquier barra o disco que haya levantado en toda su vida. Las autoridades dominicanas le informaron que su muestra de orina había arrojado positivo a Epo Cera, una sustancia dopante prohibida, generalmente utilizada entre los ciclistas para producir más glóbulos rojos y mejorar la oxigenación. “Me sentía impotente cuando me dijeron que había dado positivo”, recuerda Yudelkis. “Me puse a llorar porque yo no había usado nada”.
Sometida a un segundo análisis, la muestra le dio la razón: tras dos meses de espera, el Comité Olímpico Internacional le informó a Contreras sobre el falso positivo del principio. Estaba exonerada, y libre para seguir su carrera deportiva. Aparte, la ganadora del bronce sí dio positivo a las pruebas de dopaje, así que Yudelkis había quedado en cuarto lugar, el más alto alcanzado en su trayectoria.
Yudelkis no perdió tiempo: en los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Mayagüez de 2010, estableció tres marcas regionales en la categoría de 53 kilogramos, levantando 97 kilogramos en arranque y 117 en envión, para un total de 214 kilogramos. La presea dorada fue suya.
En 2011 continuó su preparación en la ruta hacia Londres 2012, y ganó plata en el Mundial de Haltero lia de París. A principios del año siguiente, la Federación Dominicana tomó la decisión de subirla a la categoría de 58 kilogramos, considerando que tenía excelentes posibilidades de medalla olímpica. Con levantamientos totales de 220 kilogramos en sus entrenamientos, Contreras tenía su boleto para los segundos Juegos Olímpicos de su carrera, y una posibilidad real de darle a República Dominicana su primera medalla olímpica en este deporte.
Sin embargo, algo pudo más que ella. Ese julio, Contreras falló sus tres intentos de levantamiento en arranque, con 94 kilogramos, y con un llanto desconsolado vio esfumarse sus sueños de subir al podio.
Los siguientes tres años fueron difíciles para su carrera: tuvo que lidiar con lesiones de espalda y piernas, e incluso necesitó una operación de una hernia lumbar. Pero en 2016, nalmente recuperada, volvió, literalmente, a la carga: a principios del año estaba en la posición 14 del ranking mundial, con una alzada total de 211 kilogramos.
Los Juegos de Río representaban un reto para Contreras en su tercera participación olímpica, ya que probaba un peso diferente al de sus dos participaciones previas, los -58 kilogramos. En Brasil hizo un levantamiento total de 217 kilogramos, nalizando en el sexto puesto del mundo en una categoría en la que el oro le correspondió a la tailandesa Sukanya Srisurat, con 240 kilogramos; la plata fue para su compatriota Pimsiri Sirikaew con 232 kilogramos y el bronce para la taiwanesa Hsing-Chun Kuo, con 231.
Contreras, sin embargo, no ha perdido las esperanzas de colgarse una medalla olímpica en el cuello y para ello aspira a Tokio 2020 como una plataforma para conseguirlo.
En 2016 Contreras se gradúa de una licenciatura de contabilidad en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) y es o cial del Ejército Nacional. No duda, sin embargo, que el deporte seguirá siendo parte de su vida de alguna forma.