Cuando a los 19 años, en 2005, Yenebier Guillén decidió cambiar el guante de sóftbol por los guantes de boxeo, muchos se opusieron. “¡Tú eres loca! El boxeo es un deporte de hombres”, “¡Te van a romper la nariz!”, “¡Déjate de eso!”, le decían.
Todos se callaron cuando Yenebier volvió de unos Panamericanos con una medalla de plata alrededor del cuello.
Oriunda de Los Mameyes, en Santo Domingo Este, La Guillén llevaba el boxeo en la sangre. Tanto su abuelo como su padre, ambos llamados Juan, fueron boxeadores a nivel amateur. Para poner la tapa al pomo, su madre, Grecia Benítez, fue competidora amateur de atletismo en los 400 metros planos.
Con ese trasfondo familiar, desde el primer día recibió apoyo en su hogar para su carrera deportiva. Ese primer día se dio cuando, tras una práctica de sóftbol en el play cercano a la Marina de Guerra, se puso a observar los entrenamientos de los boxeadores que irían a competir en los juegos militares de ese año. Tras repetir las visitas varias veces, el entrenador Marino Minaya la invitó a practicar. Minaya tenía sus razones. “La había visto jugando sóftbol, tirando duro… vi que había mucha fuerza en ese brazo, y que eso también podía traducirse en buenos golpes”, explica.
Los entrenamientos fueron intensos, dedicando dos horas diarias a la disciplina. Pero había que tener algo importante en cuenta, el boxeo femenino no hizo su debut en los circuitos continentales hasta los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, y vino a ser una categoría olímpica apenas en Londres 2012. ¿Qué buscaba Yenebier incursionando en un deporte que básicamente no le brindaba ninguna expectativa?
“Yo quería ser como Laila Ali”, explica, recordando los vídeos de la púgil, hija del legendario boxeador peso completo Muhammad Ali, que veía con su papá. Si la estadounidense podía, Yenebier sentía que ella también.
En 2008 participó en dos torneos centroamericanos y panamericanos, y conquistó la medalla de oro en ambos. Esas actuaciones la hicieron merecedora del reconocimiento de boxeadora del año que otorgan los cronistas de boxeo de República Dominicana.
Tres años más tarde consiguió su clasi cación a los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, donde derrotó de manera contundente a la antigua campeona mundial, la brasileña Roseli Feitosa, con un 21-12 en el combate de semi nales. En la pelea por el oro fue derrotada 15-11 por la canadiense Mary Spencer, quedando con una plata panamericana.
“Esa medalla es una de las que más me he gozado en mi carrera, porque le demostré al mundo que era posible”, a rma la boxeadora. “Les dije a todos los que habían dudado de mí que sí se podía, y lo hice en grande”. Por ese desempeño, el Comité Olímpico Dominicano la seleccionó como Atleta del Año en Boxeo.
Guillén no logró su pase a Londres 2012, al quedar eliminada en los eventos clasi catorios. “Las cosas no salieron como esperábamos: creo que pude haber conseguido el pase, pero los jueces lo vieron de manera diferente en las puntuaciones”, re exiona hoy la atleta.
Pero eso no detuvo a la musculosa atleta que parece combinar sin esfuerzo unos fuertes rectos con jabs contundentes en sus peleas. En 2013 esas aptitudes le llevaron a la cima de la categoría de 75 kilogramos en los Juegos Bolivarianos, celebrados en la ciudad peruana de Trujillo; en 2014 volvió con el oro de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en Veracruz.
“Cuando comencé a ganar de manera repetida y los frutos comenzaron a verse, ya nadie objetaba que yo fuera boxeadora… ¡Todo el mundo me quería ver en el ring”, a rma con orgullo.
En los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 llegó hasta la nal, donde fue derrotada por la estadounidense Claressa Shields por decisión unánime, quedando con una plata panamericana. No logró su clasi cación a Río de Janeiro 2016, por haber perdido la oportunidad en el preolímpico de Argentina y luego al ser afectada por una congestión nasal en el Mundial de Boxeo Femenino celebrado en Kazajistán.
Sin embargo su mente sigue concentrada en tirarle jabs a los retos. Como no sabe si se mantendrá como boxeadora amateur para el ciclo de Tokio 2020, tiene pensado seguir los pasos de Laila Alí y saltar al profesionalismo. “Me gustaría ser campeona mundial, enseñarles a las mujeres que las cosas se pueden, y que todas tenemos lo que necesitamos para ser campeonas, no solo en el deporte sino en la vida”.
Mientras tanto, está enfocada en terminar su licenciatura en Educación Física en la Universidad Nacional Evangélica, y en seguir demostrando que sí se puede. “Cuando yo quiero algo, lo busco, sin importar el obstáculo que haya que tumbar”.