En los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003 se sembraron muchos sueños, como el de una niña dominicana de 11 años que soñó que ella también podría algún día subir al podio y escuchar el himno de su país. Era la gimnasta Yamilet Peña.
Cinco años antes, dado el deseo de sus padres de verla practicar un deporte como entretenimiento, Peña se había iniciado en la gimnasia artística en el hoy desaparecido Club Mota Sarmiento del Centro Olímpico capitaleño. La gimnasia le robó el corazón desde temprano, por la belleza de los movimientos.
“Cuando veía a esas niñas que tenían un nivel más avanzado que el mío haciendo esos movimientos, yo quería hacer lo mismo. Y me pasó igual cuando llegaron los Juegos Panamericanos: yo quería ser grande”, recuerda Peña.
Pero Yamilet no soñaba con unos Panamericanos, sino con unos Juegos Olímpicos. Sin importar los sacri cios, ella buscaría estar ahí. Salía de clases directo a entrenar cuatro horas diarias en el Centro Olímpico. Aun a pesar del tiempo social y familiar robado, y de las tantas lesiones en las manos, muñecas, brazos y piernas, trabajaba duro. “Por las fracturas y los dislocamientos, me han colocado ocho yesos”, explica la gimnasta.
Su primera oportunidad de demostrar los resultados de esos sacricios fue en los momentos previos a los Panamericanos de Río de Janeiro en 2007. “Fue sorprendente: con 12 y 13 años yo competía con niñas de 19 y 21 del país”, recuerda. No solo compitió: les ganó y clasi có a los Panamericanos.
Pero durante una sesión de entrenamiento previa a los Juegos tuvo un accidente: haciendo un doble giro hacia atrás se golpeó la cabeza. Había sufrido una fractura de un hueso del oído que le afectó el equilibrio. Yamilet perdió ocho meses de entrenamientos, y la posibilidad de asistir a Río de Janeiro ese año y a los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008. “Me sentí decepcionada al tener que quedarme fuera de unos juegos para los que ya había clasi cado”, a rma.
En 2009 participó en el primero de los eventos preparativos para el siguiente ciclo olímpico, los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez de 2010. Tras dominar en las fases de clasi cación, realizó dos saltos espectaculares en su primera jornada de pase a la nal: hizo un giro y medio y giro de frente, consiguiendo llegar a la ronda de las medallas como la primera nalista. Dos días más tarde, en la competencia por el podio, no se hablaba de otra cosa que del oro asegurado de la pequeña dominicana.
“En ese momento no trabajábamos con un psicólogo”, explica Francisco Susana, su entrenador, “Cuando se vio en la nal, compitiendo con las mejores de Centroamérica y del Caribe, se trancó y no pudo hacer los saltos”.
Por eso posteriormente trabajó su autocon anza con un psicólogo deportivo. Con la con anza recuperada y su pasión por los retos, se embarcó en trabajar en un movimiento de gimnasia pocas veces logrado: el triple salto mortal.
Bautizado como el Produnova en honor a la rusa Yelena Produnova, quien lo conquistó en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, el salto consiste en correr a toda velocidad hacia el potro, impulsarse y dar una voltereta frontal y dos saltos mortales frontales. Su nivel de peligro es alto, y una mala ejecución de los movimientos puede provocar graves daños en las extremidades inferiores y el cuello. De hecho, uno de los casos más dramáticos de lesiones intentando el Produnova fue el de la rusa Elena Mukhina, campeona mundial de 1978, quien quedó cuadripléjica al romperse el cuello antes de los Juegos de Moscú de 1980.
Peña intentó el salto por primera vez en el Mundial de Gimnasia Artística Tokio 2011, y aunque no logró completarlo, el nivel de di cultad la llevó a séptima entre 358 competidoras. Esto le garantizó una invitación al último clasi catorio mundial con miras a las Olimpíadas de Londres 2012, y ahí obtuvo el resultado de 14.786 en el potro para un puntaje total de 46.581.
“Entré al ranking mundial, ¡y de qué manera!”, recuerda orgullosa. “Me coloqué en un lugar al que no había llegado ninguna gimnasta dominicana en toda la historia”.
Ahora faltaba la preparación de altísimo nivel para tener un buen desempeño. “Si duré tres días con mis padres en 2012, antes de los Juegos Olímpicos, fue mucho. Todo el día tenía el Produnova en la cabeza”.
El 6 de agosto de 2012 Yamilet se convirtió en la primera gimnasta dominicana en competir en unos Juegos Olímpicos, y de qué forma: en las clasi caciones de Londres terminó tercera tras completar el triple salto de la rusa. Dándolo todo, en la batalla por la medalla nalizó en sexto lugar. No llegó al podio, pero sus esfuerzos conmovieron a 10 millones de personas en casa.
Tras Londres, Peña trabajó con cuatro entrenadores diferentes, incluyendo a Gustavo Moure y Nina Walker, dos reconocidos preparadores de gimnastas en los Estados Unidos con nombres en su haber como la medallista olímpica Gabby Douglas. Eso se tradujo en una plata Panamericana en Toronto 2015, el honor más alto que ha recibido República Dominicana en gimnasia artística.
La clasi cación a Río de Janeiro en 2016 no pudo materializarse, pero Peña, con 24 años, entiende que todavía tiene oportunidades de ir por más. “Uno puede levantarse: aspiro a clasi car a Tokio en 2020. Es lo que quiero y voy a luchar por ello”.
Yamilet tendrá 28 años en 2020, una edad avanzada en el deporte. Pero en 2008, la rusa Oksana Chusovitina conquistó una plata olímpica a los 33 años.