En la última década y media, República Dominicana ha ido desarrollando un nivel alto en su selección nacional de voleibol femenino, al punto de que se ha convertido en el principal equipo nacional por sus resultados en el terreno de juego: ubicadas dentro de las primeras diez selecciones del tablero mundial, las integrantes son más que un patrimonio nacional. Son las nuevas reinas del Caribe.
El proyecto de selecciones femeninas de voleibol es dirigido por el empresario Cristóbal Marte, quien invierte, por convicción propia, más de RD$ 30 millones anuales en la preparación, entrenamiento y fogueo de las jugadoras. “La mayor parte de ese dinero sale de mis empresas, aunque hay una parte que viene de los contratos de las muchachas que juegan en el extranjero como refuerzos, un 5% de sus contratos se invierte de nuevo en el proyecto”, explica Marte sobre la logística económica.
Esa inversión ha garantizado la consistencia de la selección, convirtiéndolas en una unidad. El voleibol es un deporte de conjunto, en el que cada una de las seis jugadoras de la cancha depende de la otra y juega un rol especí co. Por ejemplo, al acomodar un remate, Brenda Castillo sabe exactamente dónde actuará Gina Mambrú, sin siquiera mirar dónde está colocada. Los años jugando juntas las han llevado a perfeccionar ese juego.
Brenda es de poco hablar, pero con una sonrisa capaz de borrar cualquier mal humor. Tiene nueve de sus 24 años formando parte de la selección, y sus condiciones defensivas la han llevado a ser cali cada la mejor líbero del mundo en los últimos cuatro años.
Nacida en Bajos de Haina con cinco hermanas delante en la la, quedó prendada por el deporte al verlas jugar y querer imitarlas. Sus padres se enfocaban en que cada una de ellas cumpliera con las exigencias escolares y los o cios del hogar antes de ir a la malla. “Si no lo hacía, tenía que quedarme trancada. Aunque a veces me escapaba, y no fue una ni dos veces que me dieron un chancletazo por eso”, recuerda Castillo riendo.
Pero valió la pena sufrir los chancletazos para ir por los tenis camino a la cancha: la jugadora fue parte de la selección que llevó a Dominicana al quinto lugar del mundo en Londres 2012; con ella estaban Cándida Arias, Milagros Cabral, Eve Lisvel Castillo, Bethania de la Cruz, Karla Echenique, Gina Mambrú, Niverka Marte, Sidarka Núñez, Priscilla Rivera, Cindy Rondón y Annerys Vargas. Ahí fue seleccionada como la mejor líbero del torneo.
Junto a Brenda, Gina Mambrú es una de las más destacadas del combinado, desde su posición de opuesta. La hija de un ingeniero mecánico y una contadora tuvo que decidir temprano el camino que quería recorrer. Inicialmente bailarina de ballet, al llegar a seis pies en su pubertad se vio limitada en una posible carrera profesional en la danza. Para ese entonces, con 13 años asistió a un campamento de voleibol, donde cali có para la selección nacional infantil. A partir de ahí no hizo un demi plié más.
En el Club Los Cachorros, donde también entrenaba fuera del colegio, encontró una bendición adicional. Ahí practicaba la legendaria capitana Milagros Cabral, quien se convirtió en una madrina para Gina hasta retirarse en Londres 2012.
Pero también encontró apoyo en otras hermanas postizas. Cuando en 2010 sufrió una trombosis que le dejó varios meses en recuperación, y luego trabajó durante dos años una lesión de la rodilla, el soporte moral vino de todas sus compañeras. Fue gracias a esa unidad emocional que Gina compitió en el Reino Unido y pudo volver con la satisfacción de haber dado una buena batalla.
Hoy, el seleccionado está conformado por Rosalín Ángeles, Cándida Arias, Ana Yorkira Binet, Brenda Castillo, Bethania de la Cruz, Marianne Fersola, Gina Mambrú, Niverka Marte, Brayelín Martínez, Yonkaira Peña, Priscilla Rivera y Annerys Vargas.
De La Cruz es reconocida por la Federación Internacional de Voleibol (FIVB) como una de las mejores rematadoras del deporte, pero llegó a él por casualidad. “Al ver que era alta, un primo me llevó un día a la cancha de voleibol del Centro Olímpico, y me quedé enganchada”, explica. “Y hoy le agradezco tanto. El voleibol me lo ha dado todo”.
Las nuevas reinas del Caribe no lograron su clasi cación a Río de Janeiro 2016, al perder sus primeros cinco partidos del torneo preolímpico celebrado en Japón en mayo de ese año. Pero siguieron pujando: al poco tiempo conquistaron el Campeonato Mundial Grand Prix jugado en Bulgaria y la Copa Panamericana de la que fueron an trionas en Santo Domingo.
Sin embargo, como novenas del mundo y una estructura bien formada para mantener un relevo generacional constante, todo apunta a que volverán a los Juegos Olímpicos en Tokio 2020.