El Parque Central de Bayaguana, en la provincia de Monte Plata, se despierta todos los días con el pasar de cientos de empleados que, antes
de iniciar sus labores, conversan en sus banquitos y aprovechan el momento para lustrar sus zapatos. Ahí, decenas de niños limpiabotas intentan obtener el puesto de mejor trá co para atrapar la mayor cantidad de clientes. Hacia 1991, un jovencito de 12 años defendía su puesto literalmente a patadas y trompadas, era importante para él, pues los seis pesos que obtenía en esas mañanas, antes de ir a la escuela, aportaban a la manutención de un hogar de 7 hermanos.
En 2008 ese niño, ya adulto, defendió una medalla de plata olímpica con esas mismas patadas. Su nombre era Gabriel Mercedes.
De adolescente, Mercedes canalizó la energía de esas peleas callejeras que tanto atormentaban a sus padres hacia un nuevo pasatiempo: las clases de taekwondo que patrocinaba la Secretaría de Estado de Deportes y Recreación. Una de las exigencias que debió cumplir para tomarlas fue justamente dejar las riñas fuera de la escuela. William Comanche, su entrenador, le dio un ultimátum: “Si no dejas de pelear en la calle, no vuelvas más por aquí”.
Para Comanche, el talento de este jovencito era palpable, dada la fascinante inteligencia motora que hacía de él un diamante en bruto deportivo. “Antes de practicar taekwondo jugaba baloncesto y béisbol”, recuerda Mercedes. “En béisbol era hasta mejor que peloteros que llegaron a hacerse profesionales, pero había un tabú de que a las personas chiquitas no las rmaban, y entonces lo dejé y me fui por el taekwondo”. Gracias a la disciplina impartida por Comanche, y a la disposición mostrada por su alumno, Gabriel dio un giro a los 14 años, cuando comenzó a tomarse el deporte en serio.
No pudo haber dado ese cambio de mentalidad en mejor momento: el taekwondo se convirtió en un deporte olímpico de manera o cial para los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, luego de ser un deporte de exhibición en las ediciones de Seúl 1988 y Barcelona 1992. Tras el calentamiento con su bronce panamericano en Santo Domingo 2003, Mercedes logró obtener un puesto en el segundo torneo olímpico en Atenas 2004, al terminar tercero en el clasicatorio previo. En esa ocasión, tras perder su primer combate contra el mexicano Oscar Salazar, obtuvo una pelea de repechaje con el ucraniano Oleksandr Shaposhnyk, quien no se presentó al enfrentamiento. Para tratar de conseguir el pase por la medalla de bronce, debía medirse frente al egipcio Tamer Bayomi, quien lo derrotó 6-0 en un combate en el que Mercedes pateó en la cabeza a su rival en el tercer round y le rompió el labio, pero los árbitros no marcaron puntos a favor del quisqueyano. Gabriel terminó con un quinto lugar y un pergamino olímpico.
Lo que para muchos pudo haber sido una decepción, para él fue una motivación: no había ido a Atenas con esperanzas de una medalla, pero darse cuenta de que sus capacidades estaban a un nivel tan alto le abrió el hambre por subir al podio en Pekín 2008.
Sin embargo, el camino no era fácil. Aparte de sus entrenamientos diarios en el Pabellón de Combates del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, llevaba un régimen matutino para trabajar la agilidad, el acondicionamiento y la durabilidad, y dos horas de prácticas por las tardes, estudiaba contabilidad en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. De hecho, tras participar en las Olimpíadas en Atenas, se vio obligado a alejarse del deporte por todo un año, mientras dedicaba tiempo a sus estudios. Los nes de semana, para complementar sus ingresos, conducía un autobús de la ruta propiedad de su familia, entre su natal Monte Plata y Santo Domingo.
Mas estos esfuerzos, así como el patrocinio del Programa de Apoyo a los Atletas de Alto Rendimiento, Nuevos Valores e Inmortales (PARNI) del gobierno dominicano, dieron frutos. En 2007 obtuvo la medalla que más disfrutó en su carrera, la presea dorada de los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro.
Pero aun así, le faltaba la olímpica. Llegó a Pekín con expectativas altas, y tras derrotar al campeón de Atenas, el chino Chu MuYen, y vencer al tres veces campeón mundial Juan Antonio Ramos, de España, aseguró una medalla. La meta era la nal contra el mexicano Guillermo Pérez. Lamentablemente, por decisión de los jueces, el empate obtenido fue marcado a favor de Pérez, dándole a Gabriel el segundo lugar, una más que honrosa medalla de plata. Aunque no obtuvo su meta ulterior, en retrospectiva, él lo ve con ojos favorables. “Puse en alto el nombre de la República Dominicana con una medalla sin precedentes para el país en mi deporte”, explicó. “No puedo mirar hacia atrás y quejarme. Tomar decisiones en momentos difíciles es de personas que tienen un norte”.
“SU PRINCIPAL HERRAMIENTA ERA LA VELOCIDAD, PERO TAMBIÉN
SU INTELIGENCIA Y SU AGRESIVIDAD. POR ESO FUE EL MEJOR DEL CONTINENTE
POR TANTO TIEMPO”
–JOSÉ MORA–
Cuatro años más tarde, era el favorito para llevarse el oro en Londres en su categoría de 58kg, pues había arrasado con ese metal en los Juegos Centroamericanos y del Caribe y en los Juegos Panamericanos anteriores, donde se coronó campeón; aparte, tras bases de entrenamientos en México y Europa, sus condiciones eran más que óptimas.
“Sus entrenamientos fueron intensos, pero nunca pasando de tres horas por día en el tatami, para evitar que el cuerpo se resintiera demasiado” explicó Tony Mesa, director técnico del Comité Olímpico Dominicano. “Dentro de ese protocolo técnico de entrenamiento, alimentación y descanso muy detallado, Gabriel sabía exactamente lo que tenía que hacer”.
Y justo ahí, cuando todo apuntaba a que iban a ser sus mejores Olimpíadas, sufrió el mayor embate de su carrera: los ligamentos cruzado y anterior, así como el menisco de la rodilla derecha, cedieron. Estos problemas físicos eliminaron su chance de medalla, y adelantaron su retiro del deporte.
Su estilo agresivo y veloz, que le ayudaba a sorprender con facilidad a sus rivales, le dio 47 victorias en sus 55 combates internacionales. “Gabriel siempre peleó con el corazón y lo daba todo en el tatami”, dice José Mora, antiguo jefe de la Selección Nacional de Taekwondo y uno de los responsables del desarrollo del monteplatense. “Su principal herramienta era la velocidad, pero también su inteligencia y la agresividad que le ponía a cada combate. Por eso fue el mejor del continente por tanto tiempo”. Dado ese per l, Mercedes es considerado el principal atleta individual desarrollado netamente en el país.
Hoy es mayor de la Policía Nacional, estudiando para presentar un examen para optar a teniente coronel. Pero aparte, gracias a la disposición férrea que le hizo superar las precariedades económicas para llegar a convertirse en una gloria dominicana, el nombre del deportista Gabriel Mercedes sigue vigente, como charlista motivacional tanto en República Dominicana como en el extranjero, sobre todo en México, donde es reconocido como uno de los mejores del taekwondo que ha parido el continente.
En el 2016 anunció o cialmente su retiro como atleta, pero tiene un nuevo rol en el deporte: como enlace entre los deportistas y el Ministerio de Deportes, contribuyendo a que sus similares puedan tener mejores condiciones para entrenar y manejarse en el día a día.