República Dominicana entró a los Juegos Olímpicos corriendo con las piernas de Alberto Torres de la Mota, un vegano que, con 10.8
segundos en la primera ronda de los 100 metros planos, quedó eliminado de las pruebas, pero para siempre grabado en la historia deportiva de su país.
Cuarenta y ocho años después, un joven de 18 años se convirtió en un testimonio del progreso y la fuerza de los atletas “criados con plátano”, como dice el argot popular. El fuego en las zancadas de Luguelín Santos logró una medalla de plata para el país en los 400 metros planos de Londres 2012. Esa victoria fue celebrada por los 35 miembros de la delegación que le acompañó, así como por los 10 millones de personas que vieron su bandera en alto a miles de kilómetros de distancia del Caribe.
República Dominicana ha recorrido un largo camino para nalmente llegar a tener posibilidades de obtención de medallas olímpicas en cada una de las últimas cuatro ediciones de los Juegos Olímpicos.
El Comité Olímpico Dominicano (COD) surgió en 1946, como Comité Olímpico Nacional (CON) y se constituyó como COD en 1962, dos años antes de la primera participación dominicana a nivel mundial. En un principio, y todavía se mantiene así, el Comité Olímpico Internacional otorgaba fondos de Solidaridad Olímpica a los comités nacionales para promover y mantener sus ideales.
Ayudados en parte por esos fondos, los dominicanos dijeron “presente” en los Juegos. En su segunda representación, en México 1968, el país participó con 23 atletas en 7 deportes. Para aquel entonces, las autoridades gubernamentales destinaban asignaciones reducidas al desarrollo deportivo de alto nivel: en el proyecto de Ley de Presupuesto General de la Nación de ese año, el monto destinado fue de 147 mil pesos dominicanos o unos 50 millones de pesos actuales, ajustados por in ación. Para comparación, el monto destinado en 2016 por el sector público fue de 2,366 millones de pesos.
Múnich 1972 y Montreal 1976 siguieron con una línea similar, hasta que Moscú 1980 trajo consigo una de las mayores crisis de la historia del olimpismo dominicano: faltando 20 días para el inicio de los Juegos, con los atletas ya inscritos para participar gracias a los fondos de Solidaridad Olímpica en poder del COD, el presidente Antonio Guzmán Fernández retiró la subvención a la delegación dominicana y prohibió la participación de los atletas militares. Como decisión política, había decidido apoyar el boicot de Estados Unidos a los Juegos, como rechazo a la invasión soviética a Afganistán.
Sin embargo, siguiendo los parámetros de la Carta Olímpica, que aboga por la no discriminación por credo, política o raza, el entonces presidente del Comité, Roque Napoleón “Polón” Muñoz, decidió enviar una delegación.
Polón tenía tanta o más garras que los atletas que estaba representando: el único dominicano en la historia en formar parte del directorio del Comité Olímpico Internacional no iba a dejar que la llama dominicana se apagara por un tema de fondos. Según Bienvenido Rojas, jefe de prensa de la delegación dominicana en esa oportunidad, Muñoz era un hombre “rosca izquierda”, un representante de la vieja guardia que defendía a rajatabla sus ideales. Así que, para poder nanciar la delegación, llevó al COD a emitir bonos de 50 centavos, y así lograron cubrir el grupo de 16 representantes, con seis atletas pertenecientes al atletismo, el boxeo, el clavado y el levantamiento de pesas.
“A pesar de la oposición del Gobierno, la delegación viajó a Moscú”, recuerda Rojas. “Fue un tema complicado, por la reservación de boletos y la logística de viaje, además de la presión política. Pero se llevó una buena delegación y se hizo el trabajo”.
En esa ocasión, Gerardo Suero Correa llegó a las semi nales en los 100 metros planos, con el cuarto lugar que le dieron sus 10.57 segundos. Marisela Peralta hizo un tiempo de 14.18 en la primera prueba de los 100 metros con vallas, quedando eliminada. Andrés Tena cayó en su primer combate de los 60 kilos en boxeo contra el soviético Samson Khachatryan. En clavado, Reynaldo Castro y César Jiménez terminaron en las posiciones 18 y 23, respectivamente. Mario Rodríguez Figueredo también vio cómo se esfumaron sus posibilidades de llegar al podio. Era cuestión de seguir trabajando.
Apenas cuatro años más tarde, el Comité pudo cosechar el fruto de sus esfuerzos: llegaba, nalmente, la primera medalla olímpica para el país.
Los Juegos Olímpicos de Los Ángeles prometían una oportunidad única para el deporte quisqueyano. Cuba, que desde 1960 había conseguido 22 medallas en boxeo, incluyendo 12 doradas, no estaría presente en las competencias, cumpliendo con el boicot de represalia del Bloque Soviético a los estadounidenses. Esta situación abrió una brecha para que República Dominicana pudiera soñar: el país había enviado a Pedro Julio Nolasco, un boxeador de 22 años que llegaba a California con dos medallas de plata panamericana. El púgil de La Romana era rápido, de estilo ortodoxo, con una pegada fulminante y capaz de asimilar el ataque de sus rivales.
“Nolasco era un boxeador especial”, recuerda el entonces presidente de la Federación Dominicana de Boxeo, el ingeniero Bienvenido Solano. “Era un muchacho sumamente trabajador, y contrario a lo que sucede con algunos púgiles, era bien disciplinado. Acataba todas las instrucciones y tenía una pegada formidable”.
Así lo comprobaron el yugoslavo Ljubiša Simić, el ugandés John Siryakibbe y el puertorriqueño John John Molina. En la pelea por el bronce, Nolasco golpeó despiadadamente al surcoreano Sung-Kil Moon durante los pocos segundos que duró el combate, provocándole heridas que obligaron al árbitro a detener la pelea. Esa campana marcó el primer triunfo olímpico del país.
“Ese fue un momento trascendental en la historia del deporte dominicano: fue la primera medalla olímpica del país y se celebró en grande”, recuerda el entonces secretario de Deportes, Luis Scheker Ortiz. “El presidente de la República [Salvador Jorge Blanco] recibió en el Palacio Nacional a Nolasco, y se le hicieron una serie de reconocimientos muy merecidos”.
Tras representaciones modestas en Seúl 1988, Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000, República Dominicana alzó la voz en un lugar histórico: cuando los Juegos volvieron a su cuna, en Atenas, la gura de Félix Sánchez puso al país en el mapa olímpico.
Nacido en Estados Unidos de padres dominicanos, el llamado “Súper Sánchez” llegó a Atenas como bicampeón mundial, con una racha de 43 victorias consecutivas en los 400 metros con vallas. En las clasi caciones hizo el segundo mejor tiempo, de 48.51 segundos, para conseguir el pase a las semi nales. En la primera manga registró 47.93 segundos en la vuelta al redondel, logrando el mejor tiempo de todos los que avanzaron a la nal. Y ahí, el día de la contienda por el podio, República Dominicana se paralizó frente a los televisores para verle ganar el primer oro de la nación. “Félix nos elevó por encima de países desarrollados de Europa, y otras potencias deportivas de nuestra zona, como Venezuela”, explicó el actual presidente del COD, Luisín Mejía Oviedo.
Tras esa participación, Sánchez fue abatido por las lesiones, y sus tiempos en la pista fueron aumentando. En Pekín 2008, las otrora veloces piernas solo le dieron para terminar en un octavo lugar en la carrera de clasi cación. Su retiro era inminente.
Mientras él evaluaba si su recorrido de gloria había llegado a su n, otros dos dominicanos apenas comenzaban el suyo: la pesista Yudelkis Contreras alcanzaba un quinto lugar que se convirtió en cuarto en el 2016 cuando una prueba positiva despojó de la medalla de bronce a la bielorrusa Nastassia Novikava, mientras que Gabriel Mercedes se alzaba con la plata en taekwondo. Recordando y superando la hazaña de Pedro Julio Nolasco, el boxeador Félix Díaz conquistó la presea dorada al vencer a Manus Boonjumnong de Tailandia, con una puntuación de 12-4 en el combate nal.
“Conquistar una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos, ser campeón, eso es algo que nadie te lo quita”, a rma Díaz. “La gente en todas partes me recuerda como el campeón dominicano de Pekín 2008, y eso es algo que te llena de orgullo”.
El himno nacional dominicano habla de un país indómito y bravo, que sin importar cuántas veces caiga, otras tantas levantarse sabrá. La hermosa melodía de ese himno llamó la atención de Gordon Darroch, un periodista inglés que vio por televisión la premiación de los 400 metros con vallas en Londres 2012.
En una pieza titulada “De cómo encontré el espíritu olímpico en Santo Domingo”, el británico expresó su admiración por la historia de un atleta y por el símbolo patrio de una pequeña nación caribeña. Cuando Félix Sánchez subió al podio y se puso a re exionar sobre ocho años de dolor y frustración, no estaba cantando el himno. En vez de eso, lloraba lágrimas de alegría mezcladas con alivio, mientras las notas de su himno nacional llenaban el estadio. La melodía en sí fue una sorpresa agradable, como una or en el desierto, fuerte y delicada a la vez, con una belleza inesperada y poco común, relata Darroch.
Mientras sonaban las notas del Himno Nacional, el Félix Sánchez que muchos daban por caído había resurgido de sus cenizas, arrasando con el oro. No pudo contener las lágrimas ante un estadio de 80 mil personas.
“Yo lo di todo por mi país”, recuerda el campeón. “En mis cuatro Juegos Olímpicos con la República Dominicana vi cambios importantes en el deporte: los atletas dominicanos comenzaron a creer que podían ir a unos Juegos y ganar medallas. La mentalidad cambió, y para bien”.
República Dominicana necesitó 20 años de experiencia olímpica para conquistar su primera medalla en 1984. Pasaron 20 más antes de conseguir la segunda, pero hoy, una serie de estrellas en ascenso y nuevas promesas podrían acortar exponencialmente esos tiempos. En los mismos juegos de Londres 2012, donde Félix Sánchez tuvo su emotivo retorno, el monteplatense Luguelín Santos volaba bajito sobre la pista para llevarse la plata. Beatriz Pirón terminó en noveno lugar compitiendo en el levantamiento de pesas en sus primeros Juegos con apenas 17 años, mientras que el voleibol femenino avanzaba a los cuartos de nales por primera vez en la historia del deporte dominicano.
“Para nosotras, las representantes del equipo de voleibol femenino de República Dominicana, la participación en Londres es el mayor logro que hemos alcanzado”, dice Brenda Castillo, seleccionada mejor líbero del mundo en esos Juegos Olímpicos. “La satisfacción de avanzar a unos cuartos de nales es algo que no tiene comparación”.
Un total de 29 atletas dominicanos asistieron a los Juegos de Río de Janeiro en representación de la República Dominicana, abanderados por Luguelín Santos. Para el anterior medallista de plata, Río representó un trago amargo, pues no pudo recuperarse totalmente de una lesión en los isquiotibiales que lo llevaron a quedar eliminado en las semi nales de los 400 metros, viendo esfumada su aspiración de colgarse otra presea.
Beatriz Pirón y Yudelkis Contreras terminaron cuarta y sexta, respectivamente, en sus categorías de haltero lia, mientras que Víctor Estrella se convirtió en el segundo tenista dominicano y primer masculino en participar en unas Olimpíadas.
El punto más luminoso se produjo en el taekwondo, donde Luisito Pie obtuvo una medalla de bronce. “A pesar de haber tenido un inicio lento, terminamos con un buen desempeño”, concluyó Luisín Mejía. “El deporte sigue creciendo en el país y ahora necesitamos más inversión”.
Los deportes de combate y el levantamiento de pesas han demostrado ser semilleros de potenciales medallas para el país, como también lo ha sido el atletismo. La integración para Tokio 2020 del karate, el sóftbol y el béisbol —el deporte rey dominicano, tierra de los campeones del Clásico Mundial de 2013 con su #PlátanoPower— también abre nuevas oportunidades para subir al podio. Aunque es poco probable que los peloteros de Grandes Ligas puedan ver acción en los Juegos Olímpicos de 2020, ya que la temporada de las Ligas Mayores corre al mismo tiempo, el seleccionado dominicano debe aparecer como uno de los favoritos para obtener medalla en el retorno del deporte luego de la ausencia del mismo en Londres 2012.
Con el apoyo del gobierno dominicano, a través del Ministerio de Deportes y el Programa de Atletas de Alto Rendimiento, Nuevos Valores e Inmortales (PARNI), así como de iniciativas privadas como el programa Creando Sueños Olímpicos (CRESO), el deporte quisqueyano ha ido en ascenso de manera consistente en los últimos tres lustros. En efecto, un dominicano se ha colgado una medalla olímpica en cada uno de los últimos cuatro Juegos Olímpicos. Con este panorama, el país se prepara para ver ese número crecer.